Entre Risas y Bechamel

Doña Croqueta

Miembro del equipo
DON JUAN

¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
no hay que llevar mascarilla
y se respira mejor?

Es verdad -y no te miento-
que arriesgándome salí
desde muy lejos de aquí
burlando el confinamiento.

He venido de muy lejos
-aunque el lugar me lo callo-
a lomos de mi caballo
para tirarte los tejos.

He amarrado mi corcel,
está todo ventilado,
ya las manos me he lavado
y me he puesto el hidrogel.

Ea, pues, bella señora,
concededme vuestro amor.
Os lo pido por favor
¡desde hace casi una hora!

DOÑA INÉS

¡Callad, por Dios, caballero,
porque es público y notorio
que, aunque vos seáis el tenorio,
la salud es lo primero!

Con todo lo que se ha dicho
yo prefiero no arriesgar.
No me quiero contagiar,
que a mí me da miedo el “bicho”.

Conteneos, por caridad,
comportaos con elegancia
y mantened la distancia:
pues es por seguridad.

Este año no habrá romance,
se rompe la tradición.
Ya habrá mejor ocasión
con la vacuna al alcance.

Marchad, pues, por la vereda
y no vayáis muy despacio.
Estad en vuestro palacio
antes del toque de queda.
 

Doña Croqueta

Miembro del equipo
Un transportista llevaba una partida de pingüinos hacia el zoológico, cuando a medio camino se le estropea el camión refrigerado. Preocupado, trata de reparar el problema pero ve pasar un camión repartidor de leche y consigue que se detenga.

Entonces le dice al lechero:
- Mira, te voy a dar 500 euros para que me hagas el favor de llevar estos pingüinos al zoológico.

El lechero acepta el dinero y se lleva con gusto los pingüinos en su camión refrigerado.
Mientras tanto, el transportista logra arreglar el daño, y de inmediato enfila hacia el zoológico.

En cuanto llega, ve salir al lechero, con los pingüinos detrás de él, en fila. El chófer le pregunta al lechero:

- ¿A donde vas con los pingüinos?
El lechero se lo queda mirando y le responde:

- "Ya los llevé al zoológico, pero como me sobró dinero, ahora los pensaba llevar al cine..."
 

Doña Croqueta

Miembro del equipo
Un pasajero le toca el hombro al taxista para hacerle una pregunta. El taxista grita, pierde el control del coche, casi choca con un camión, se sube a la acera y se mete en un escaparate haciendo pedazos los vidrios.

Por un momento no se oye nada en el taxi, hasta que el taxista dice:

– Mire amigo, ¡Jamás haga eso otra vez! ¡Casi me mata del susto!
El pasajero le pide disculpas y le dice:
– No pensé que se fuera usted a asustar tanto si le tocaba el hombro
El taxista le dice:
– Lo que pasa es que es mi primer día de trabajo como taxista
– ¿Y qué hacía antes?
– Fui chófer de un coche funerario durante 25 años
 
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