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Capítulo 21
Siento pánico de sentarme frente a una hoja de papel en blanco, (siempre tuve ganas de decir esto).
Intento que este sea el último capítulo de Mis Vivencias del año 1.999.
No se si fui capaz de contar y transmitir todo lo que llevo dentro, lo que he acumulado como experiencia vivida, lo que he aprendido de este País y de esta gente; gente del pueblo, gente sencilla, maravillosa… pero tened en cuenta que lo que he intentado a sido trasmitiros ese sentimiento sencillo, limpio, puro y total.
Así mismo pensad que en esta experiencia como visitante de este País también he encontrado algunas cosas “malas y feas”. Malas y feas bajo nuestro punto de vista y de nuestra manera de entender la vida. Esas “malas y feas” experiencias me las guardo para mí, que cada uno descubra las suyas.
Estos relatos solo pretendieron ser un escaparate de mi gratitud hacia este País y sus gentes, hacia su manera de ser y de pensar, su indiosincrácia, su cultura y su modo de vida.
Repito, el encontrar diferentes y distintos puntos de vista culturales y de costumbres, solo pueden enriquecer nuestro paso por la vida. O al menos eso pienso.
Pero cuidado! Con Cultura, Educación y Respeto. (Si no lo digo reviento)
Los últimos días de mi estancia en C.V. misteriosamente se diluyen en la noche de los tiempos. Quizás como no queriendo recordar un adiós penoso y triste que en mi caso sería un asta luego, por que al año siguiente regresaría a este Paraíso, a “mi última frontera”
Tuvimos la cena/reunión de negocios con gente de Praia; copas por la noche y visita a discotecas y demás lugares de buen/mal vivir.
Por la mañana, no muy temprano, nos juntamos el trío de nuevo.
Preparamos maletas y con la guardiña de los botones (Por Dios, como le sienta el uniforme a esta criola… ¡ya lo he dicho, verdad!) nos dirigimos a una visita breve a Cidade Velha, para hacer tiempo.
Un poco más adelante, no sé, tres o cuatro Km. comimos un pescado buenísimo en un restaurante en una cala pedregosa, colgado sobre el acantilado.
Muy rico, repito.
Regresamos a Praia, entregamos el Patrol y todos en un taxi camino del aeropuerto.
Despedidas, abrazos, promesas…
Los grillos CRI-CRI! Y al pequeño avioncito de regreso a Sal.
Continuará…
Siento pánico de sentarme frente a una hoja de papel en blanco, (siempre tuve ganas de decir esto).
Intento que este sea el último capítulo de Mis Vivencias del año 1.999.
No se si fui capaz de contar y transmitir todo lo que llevo dentro, lo que he acumulado como experiencia vivida, lo que he aprendido de este País y de esta gente; gente del pueblo, gente sencilla, maravillosa… pero tened en cuenta que lo que he intentado a sido trasmitiros ese sentimiento sencillo, limpio, puro y total.
Así mismo pensad que en esta experiencia como visitante de este País también he encontrado algunas cosas “malas y feas”. Malas y feas bajo nuestro punto de vista y de nuestra manera de entender la vida. Esas “malas y feas” experiencias me las guardo para mí, que cada uno descubra las suyas.
Estos relatos solo pretendieron ser un escaparate de mi gratitud hacia este País y sus gentes, hacia su manera de ser y de pensar, su indiosincrácia, su cultura y su modo de vida.
Repito, el encontrar diferentes y distintos puntos de vista culturales y de costumbres, solo pueden enriquecer nuestro paso por la vida. O al menos eso pienso.
Pero cuidado! Con Cultura, Educación y Respeto. (Si no lo digo reviento)
Los últimos días de mi estancia en C.V. misteriosamente se diluyen en la noche de los tiempos. Quizás como no queriendo recordar un adiós penoso y triste que en mi caso sería un asta luego, por que al año siguiente regresaría a este Paraíso, a “mi última frontera”
Tuvimos la cena/reunión de negocios con gente de Praia; copas por la noche y visita a discotecas y demás lugares de buen/mal vivir.
Por la mañana, no muy temprano, nos juntamos el trío de nuevo.
Preparamos maletas y con la guardiña de los botones (Por Dios, como le sienta el uniforme a esta criola… ¡ya lo he dicho, verdad!) nos dirigimos a una visita breve a Cidade Velha, para hacer tiempo.
Un poco más adelante, no sé, tres o cuatro Km. comimos un pescado buenísimo en un restaurante en una cala pedregosa, colgado sobre el acantilado.
Muy rico, repito.
Regresamos a Praia, entregamos el Patrol y todos en un taxi camino del aeropuerto.
Despedidas, abrazos, promesas…
Los grillos CRI-CRI! Y al pequeño avioncito de regreso a Sal.
Continuará…