Historia De Terror

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saphy

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1º Ganador kike6969
Los últimos rayos de sol se ocultaban. Grunfel caminaba por la calle que conducía a la taberna de aquella ciudad.

El soldado se paro delante de la pesada puerta y la empujo, un agudo chirrido de los goznes silencio el ruido del interior.

Al entrar una multitud de ascuas encendidas lo miraban, el reflejo del fuego en el hogar se reflejaba en los ojos de los parroquianos.

Grunfel le pidió una jarra de vino al tabernero. Con desden le puso la jarra. Grunfel saco de un bolsillo una pieza de cobre, la dejo sobre el mostrador. El tabernero vio el mango de una espada y el peto con el escudo de la guardia de la ciudad. Una sonrisa afloro en su rostro. Después de varias jarras de vino, se acerco a una mesa. Hacían apuestas de quien era el valiente de semejante proeza. Grunfel pregunto de qué proeza hablaban.

Un anciano en un rincón, le dijo que era la noche de muertos y en el cementerio se levantaba el fantasma mas temido. Sobre su tumba había una cruz de hierro. La apuesta, era ir al cementerio en noche cerrada. Abrir la verja entrar en el y recoger la cruz que estaba depositada sobre su tumba y volver con ella. Grunfel se hecho a reír. Les dijo que el no creía en fantasmas.

El anciano saco una bolsa con monedas de plata y se las jugo con Grunfel si era capaz de cumplir la apuesta.

La hora nona se oyó a lo lejos en el tañir lánguido de la campana de la ciudadela. Grunfel enfilaba el paseo que llevaba al cementerio. Soplo la llama del candil que llevaba, la pálida y perezosa luna había aparecido en el cielo y su luz destaco los esbeltos cipreses que bordeaban el paseo a ambos lados.

Por fin llego a la verja del cementerio, negra y con figuras de huesos, cruces y calaveras. Puso las manos sobre la verja y la empujo con toda su fuerza.

Un ronco y chirriante sonido rompió el silencio. La verja se abrió poco más de medio codo, lo justo para poder entrar.

El halo blanco de su boca lo envolvió. No se había dado cuenta, pero dentro del cementerio hacia más frió que afuera. La tumba, se encontraba al final del camino principal en un desvió al sur, como le indico el anciano.

Se detuvo en seco y sus pupilas se dilataron para apreciar mejor un ligero resplandor al final del camino. Su diestra mano empuño la daga que portaba en el cinto.

Giro en el desvío y en aquel instante, unos ojos de fuego y la boca abierta en llamas de aquella cabeza sobre la losa de la tumba lo contemplaban. Era una chanza. La calabaza rellena con velas solo asusta a los niños. Le propino un manotazo y rodó por el suelo. Ya iba a volver, cuando aprecio un objeto sobre la lapida. Y justo en aquel instante la blanca luz de la luna se precipito sobre el objeto. Era una cruz. Su sombra se proyecto en la lapida como una espada que apuntaba a un corazón grabado sobre la piedra.

Cogió la cruz y acelero el paso, ya veía la verja. Se escurrió por el hueco que quedaba y en aquel momento algo le impidió seguir.

El sabor amargo del miedo lleno su boca. Sombras lúgubres lo rodeaban. Y entonces, una punzada en el corazón le hizo perder todas las fuerzas, el dolor se le enrosco en el brazo como una serpiente. La boca abierta, agónica.

Las tinieblas lo abrazaron y la vida se esfumo de su ser.

Al alba, el anciano se acerco al cementerio. El soldado no había vuelto tal como prometió.

Encontró su cuerpo al pie de la verja, su faz era como la cera, los ojos abiertos y la boca en una mueca de horror. La capa, agarrada de una de las cruces de la verja hecha jirones. Su corazón no había soportado el terror.

El anciano fue a recoger la calabaza que había depositado aquella noche sobre la tumba y quedo perplejo. Alguien había dejado sobre la lapida un cruz de hierro.
 

saphy

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2º Ganador Jaume I, El conqueridor

Mi historia empieza una tarde de Septiembre como cualquier otra volviendo de la escuela. Mi casa, situada entonces en un barrio acomodado, era una de las más bonitas de la ciudad gracias a un enorme roble, de ramas gigantescas, que teníamos en el jardín.
Al llegar, posado en el roble, había un extraño cuervo, extremadamente negro, como si sus plumas hubiesen sido bañadas en petróleo. Sus ojos, a su vez negros, brillaban extrañamente, mirándome desafiantes. Sentí entonces un repentino pavor. …Y de súbito se marchó volando.
Nervioso, entré en casa. La música de “Salvar al soldado Ryan” inundaba la estancia. Mi madre adora esa banda sonora. Le encanta cocinar y siempre lo hace tarareando su música. Giré la vista y la oí a lo lejos.
¡Ya estoy en casa! – dije lanzando mi mochila hacia el sofá y dirigiendo mis pasos hacia la cocina.
De repente al entrar, un nauseabundo olor se apoderó del ambiente. De espaldas a mí, mi madre tarareaba la música, removiendo un cazo hirviendo y cortando una calabaza con un gran cuchillo, ignorando absolutamente aquel repugnante olor.

- Por Dios mamá, ¿Qué demonios es este olor?
Por un momento se quedó quieta, como pensando la respuesta. Entonces se giró hacia mí con el cuchillo todavía en la mano.

– ¿Has visto a tu padre? – preguntó.

Y entonces palidecí de horror: Tenía la cara desfigurada… podrida… Como uno de esos zombis fantasma de “The walking dead”.

Su ropa estaba raída con manchas de sangre y su piel mostraba un enfermizo tono marrón. En sus piernas casi no había piel; solo músculo y hueso… Y me miraba… Con una mirada diabólica, mostrando unos dientes amarillentos en lo que antes habían sido sus rosadas mejillas. Ella era el Olor.

Dio entonces unos pasos hacia mí. Lentamente. Con cada paso yo retrocedía más, intentando encontrar algún utensilio contundente en la encimera. Sentía su insoportable olor cada vez más cerca.

De repente choqué torpemente con la cocina volcando el cazo hirviendo que se derramó por mis piernas y mi espalda. Aullé de dolor. El cazo cayó a mis pies y mi cuerpo dio un respingo de terror: En el suelo, yacía la cabeza de mi padre: pálida, seccionada… muerta.

No podía más. Con mi voz quebrada por el miedo le grité a mi madre:
- ¡Quien eres! ¡Y qué les has hecho a mis padres!

Ella simplemente se quedó quieta…y empezó a reír con una risa terrorífica que parecía venir directamente de las fauces de un ser endemoniado.
- Ya sabes, cariño – Murmuró – Tu padre se muere por la crema de calabaza. ¿Quieres tú también?
Desvió su grotesca cara hacia la cabeza de mi padre y no pude evitar imitarla.
Desde el suelo me pareció oírle susurrar:

- “¡Necesita tu piel!… ¡Necesita COCINAR!… “

Intenté pensar: “Quiero salir... Quiero salir... Quiero salir…”
Alcé la vista. Mi madre sostenía el cuchillo hacia mí decidida a terminar lo que había empezado.
El viento agitaba las ramas del roble chocando contra la ventana. ¡Eso es! Corrí desesperado hacia mi única salida y… ¡CERRADA! ¡Era imposible!

Me giré… ¡Y ESTABA ALLÍ! A escasos centímetros, sus ojos inyectados en sangre clavándose en los míos. Su nauseabundo olor me mareaba.

- “¡Párala Jimmy!” – Oí susurrar a mi padre de nuevo.

Y entonces hice la única cosa con sentido que dictó mi desesperación. Arranqué el cuchillo de la mano de mi madre y lo usé.

Segundos después todo había acabado. Exhausto, dejé caer el cuchillo que hizo un extraño “clang” retumbando en mi cabeza. Y luego… solo la lejana melodía del CD.

Miré mis manos cubiertas de sangre, luego las paredes, el suelo, el cazo y… la ventana… que ahora estaba abierta.
Desde allí una enorme bestia negra me miraba inmóvil: El cuervo. Fijó de nuevo sus negros y brillantes ojos sobre mí. Graznó sonoramente y entonces lo entendí: Se estaba riendo. Un escalofrío helado recorrió mi espalda. Atormentado, miré el cuerpo tendido junto a mí: Era mi madre. Tan normal como siempre excepto por quince cuchillazos que le cruzaban su cuerpo sobre un charco de sangre. De repente la música del CD se apagó.

- Jimmy, saca tu mochila del sofá ahora mismo – Dijo mi padre al entrar.
 

saphy

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3º Ganador sorginen

De las brujas..

Tal vez sea el típico castillo en lo alto de una colina que domina la ciudad, con sus típicas leyendas de brujas y fantasmas y sus típicas armaduras de soldados medievales, pero esa tarde de víspera del día de Todos los Santos no tenía nada mejor que hacer, ya estaba cansado de castañas asadas y calabazas vacías, y decidí hacer esa visita siempre pospuesta.
Después de recorrer interminables y oscuros pasillos; subir, bajar y casi reptar por estrechas y retorcidas escaleras; abrir y cerrar incontables puertas, cada cual mas pesada y chirriante, me encontré en una amplia sala con unas cortinas al fondo que parecían moverse mecidas por el viento, pero no se veía ninguna ventana.
Decidí acercarme con curiosidad y cierta inquietud hasta que pude apreciar un angosto pasaje que se ensanchaba al final, con una reconocible luz, blanca y brillante, que iluminaba parte de la pared de piedra y una especie de banco, todo absolutamente fuera de lugar.
Tuve que ponerme de lado para conseguir pasar, hasta llegar a una parte mas amplia pero de techo mas bajo, y al agacharme descubrí en el suelo lo que brillaba: un móvil con la pantalla rota que mostraba una imagen pausada. Aproveché su luz para ojear la estancia. Solo había un mueble, un banco acolchado, parecía una especie de baúl con respaldo y reposabrazos, y con el asiento abatible. No pude evitar levantarlo y mirar que podría haber ahí guardado: unas monedas antiguas, alguna reliquia medieval...pero estaba vacío. Solo telarañas blanquecinas y polvo acumulado durante años.
Aproveché para sentarme y mirar qué habría podido grabarse en el móvil, y tal vez descubrir quién podría haberlo perdido en un sitio tan recóndito. El vídeo mostraba a un chico con gafas, tal vez de 16 o 17 años, que se grababa con una risa nerviosa, sentado en ese mismo banco u otro muy parecido, pero situado en una sala distinta, una especie de sótano oscuro y de pequeño tamaño, con una puerta que me recordó a una mazmorra. De repente, el chico empezó a encogerse en el asiento, como si el fondo hubiera desaparecido, como el agua que se escurre por el desagüe cuando se quita el tapón. No se oía nada, pero la cara de miedo y pavor del aterrado chaval no necesitaba sonido, con su boca abierta en un grito de terror silencioso y sus brazos alzados intentando desesperadamente agarrarse a algo, hasta que el vídeo se detenía. Aparentemente el móvil se le escapó de las manos y se golpeó contra el suelo.
Espantado, quise levantarme del asiento, pero algo me retenía. Miré hacia abajo y vi unas manos angulosas, esqueléticas, con unas uñas largas y ennegrecidas, que me sujetaban las piernas y tiraban de mi hacia abajo. Todo parecía ir en cámara lenta, como si estuviera repitiendo el vídeo desde fuera del móvil: brazos extendidos, grito de terror sin emitir sonido alguno, me deslizo hacia dentro del siniestro baul, el teléfono se me escapa de las manos...
 

saphy

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4º Ganador Quijote72

No hacía ni dos días que el ejército había regresado a la ciudad. Celebraban su victoria en las tabernas. En la misma calle de una de esas tabernas había un viejo camposanto y un soldado, que estaba en esa taberna celebrando haber vuelto vivo a casa, comentó lo mucho que le aterraba pasar por allí. Aprovechándose del miedo que este mostró, otro de los soldados advirtió al resto.

– No se os ocurra nunca la noche de Halloween pisar sobre una tumba cuando se ha puesto el sol. Si lo haces, Jack O’Lantern te agarrará y te meterá dentro.

– ¡Mentira! – Replicó el primer soldado – Eso son sólo supersticiones de viejas. Como estamos en Halloween quieres meternos miedo con las historias de un fantasma que no es más que una calabaza con patas para asustar a niños y crédulos.

– ¿Tan valiente te crees? ¡Demuéstralo entonces! Te daré diez monedas de plata si te atreves – Apostó el joven con su compañero.

– Nunca me han dado miedo tumbas o muertos pues pronto seré uno de ellos. Ahora mismo os lo demostraré, ya ha anochecido.

El joven soldado le tendió su cuchillo, con rastros de sangre aun en su hoja. Clava este cuchillo en una de las sepulturas – le dijo. Así sabremos que has estado allí.

El soldado cogió firmemente el cuchillo y se dirigió con paso firme a la antigua necrópolis bajo la mirada atónita de sus amigos. Estaba llena de sombras, allí había un silencio sepulcral y sin querer el miedo fue adueñándose del soldado que con cada paso creía que cientos de ojos lo vigilaban. Sintió un aliento helado en su nuca, que le producía escalofríos a cada paso, como si un invisible fantasma pisara sus mismos pasos.

– “No hay nada que temer”, se susurraba el que hacía unos minutos creyó tener un valor que se había esfumado en el mismo momento en que abrió el chirriante portón de la Torre Negra que daba entrada a la necrópolis.

Escogió una tumba, pisó sobre ella y se agachó rápidamente, clavó con fuerza el cuchillo en el suelo y se dispuso a marchar. Pero no pudo, algo se lo impedía. Estaba aterrado, ni gritar pudo. Del pavor que sintió cayó al suelo, desvanecido.

Al ver que no regresaba, sus compañeros de destacamento fueron en su busca. Encontraron su cuerpo tumbado sobre la sepultura, boca abajo. Lo dieron la vuelta, el cadáver estaba ya frío, rígido y con la cara totalmente desencajada por el miedo. Sin darse cuenta, el joven soldado se había enganchado el pantalón al asa del cuchillo que había clavado en el suelo. Fue ese cuchillo lo que lo retuvo y lo que lo asustó, pero tenía una gran mancha de sangre en el pecho y el cuchillo de su compañero clavado en el corazón.

Salieron corriendo de allí, sin mirar atrás, sin recoger el cadáver de su compañero. Al pasar por el portón de la Torre Negra se escuchó proveniente de la necrópolis una risa macabra que hizo que volvieran a la taberna gritando por la calle, pidiendo ayuda. Lo que había sido una broma había acabado mal. Abrieron la puerta de la taberna y entraron en tromba. El posadero, en cuanto los vio entrar los paró en seco.

Señores, no hacía falta que volvieran, su compañero acaba de pagar la cuenta y dejó pagadas unas cuantas jarras de vino más – comenzó a decirles el posadero. Los soldados se miraron, llevaban aun el miedo en sus rostros, solo faltaba uno de ellos y sabían muy bien dónde se encontraba su cadáver, pues no era ya nada más que eso, una masa sin vida. Cuando lo interrogaron, el posadero describió al detalle a su compañero muerto. Todos se callaron, sabían que no podía ser. Salieron de la posada como alma que lleva el diablo y volvieron a donde lo habían dejado. Nada había sobre la tumba salvo una nota escrita con sangre.

“Pronto os volveré a ver”– Nada más había escrito en esa nota.

Desde entonces, cada noche de Halloween, un soldado que bebe en esa taberna aparece muerto en la misma tumba de la vieja necrópolis y junto a su cadáver otra nota... EL PRÓXIMO ERES TÚ.
 

saphy

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Premio aleatorio MIKEGUAY
Era una noche lluviosa en una lejana ciudad del FoE. Una princesa con su traje de gala y su bufón caminaban por uno de los grandes y acaudalados canales de la ciudad. Los primeros truenos empezaron a sonar, se acercaba una tormenta. Se escuchaban aullidos que provenían de la parte Oeste de la ciudad, donde se encontraba el viejo cementerio de la ciudad. La princesa empezó a sentir miedo y su pasó de aceleró. Su cuerpo empezó a tiritar. El bufón la seguía de cerca esbozando una sonrisa un tanto siniestra.
A lo lejos se divisaba una silueta que se acercaba. La princesa le dijo a su bufón: "tengo la impresión que se acerca un fantasma", pero al rato vieron que se era un soldado de la guardia real, lo cual tranquilizó bastante a la princesa.
Siguieron caminando de camino al castillo. La lluvia ya caía con fuerza. De repente, empezaron a escuchar una musiquilla que provenía de una de las casas flotantes que había en las laderas del canal. Según avanzaban esa música se hacía mas y mas fuerte. Era la canción "Thriller" de Michael Jackson.
En ese momento, de los canales empezaron a emerger zombies, así como otras figuras monstruosas. Todos empezaron a bailar en una danza macabra y rodearon a la princesa y al bufón. La princesa se abrazo a su bufón, pero son gran estupor vio que llevaba puesta una calabaza de halloween en la cabeza. Gritó con todas sus fuerzas, victima del pánico. Empezó a correr sin rumbo fijo tratando de escapar de aquella danza fantasmagórica.
En ese momento, de repente empezó a sonar el despertador situado en la mesilla de la habitación, todo había sido un mal sueño. La princesa se incorporó envuelta en sudor y todavía tiritando.
Eso sí, cuidado que los sueños se cumplen, jajajajajajja, jajajajajjaja, jajajajajajjajajajaja.
 

saphy

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Premio aleatorio Keyris015

Toda la ciudad se preparaba para la fiesta más esperada del mes, el alcalde desde inicios del año había confirmado las fechas de los eventos del año, y entre los más importantes está Yulé o solsticio de invierno, para celebrar este evento, la ciudad completa decidió hacer una fiesta poco convencional en el castillo.

El tan esperado día llego, hoy 31 de octubre el salón del castillo estaba a su máxima capacidad de convivio donde se reunían los plebeyos y los nobles, también acudieron desde otras ciudades, llamados por la curiosidad de una fiesta poco convencional.

Se divertían y sonreían, cantaban y bailaban. En medio de festejos las velas de los candelabros se apagaron, el salón se sumergió en silencio y preocupación. Cuando cayó el silencio, la tormenta de las afueras alzo su voz, que terrorífico eran los relámpagos y los vientos.

En medio de la expectación la puerta principal retumbo, y se abrió dando paso a la tormenta y a una sombra, vestía de soldado mientras caminaba hacia el umbral. La luz de los relámpagos ilumino su imagen cubierta sangre, solo se escuchaba el sonido de sus pasos, y la contención del aire por parte de los espectadores, su rostro de un color rojo intenso acentúa la blancura de sus dientes cuando una sonrisa se extendió por su maltrecho rostro antes de caer al suelo dejando atrás un ruido sordo.

La multitud gritó, el susto se coló por los huesos clamando temblores en el cuerpo de todo aquel quien vio esa escena.

Una fuerte brisa barrio todo a su paso, acompañado de huellas de manos y pies por doquier. Se podía oler el miedo, se lograba sentir el terror que se intensifico al ver que estas huellas eran acompañados por el sabor de sangre, sangre fresca. Y Así todo se volvió un caos.

La gente corría aun cuando no había donde correr, de cuando en vez se escucha gritos desgarradores “Noooo, por favor”, “Alguien ayúdeme”, “Por favor”, que iban seguidos por el sonido de arrastre. Poco a poco las personas disminuían. Mientras esqueletos con guadañas aparecía y sonreían, sus ojos sin vida y sin ojos, solo iluminados por rastros de débil luz roja, y sonreían y olfateaban. Era el olor del miedo mezclado con sangre fresca.

“Son fantasmas” “Fantasma”, gritaron los sobrevivientes armados por lo utensilios que se encontraban en las mesas del banquete. Trataban de defenderse desesperadamente, pero todo era inútil. Todo aquel que era rodeado por algún esqueleto, solo se observaba con pavor una imagen espectral que salía del cuerpo para luego caer como un cadáver sin vida, mientras el fantasma tragaba aquel espectro.

Algunos trataron de escapar, pero todo esfuerzo fue inútil. Después de toda una noche de masacre. La luz del día llego. Con el amanecer el transcurso del día paso sin novedad y en total silencio. Y así pasaron dos días, hasta que al pueblo llegaron lacayos que buscaban novedades acerca de sus amos que asistieron al banquete, se extrañaron al ver la ciudad sumergida en silencio. Fueron al castillo y no había nadie.

Luego de visitar algunas casas, notaron que todos los adultos habían desaparecido y todos los niños despertaban de su profundo sueño, y lloraban sintiendo sus camas mojadas.

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Algunas horas pasaron, antes de descubrir con incredibilidad que todos los cuerpos de los adultos yacían tirados sobre las lapidas del cementerio del pueblo, abrazando calabazas sonrientes. Luego de que dejaran de tocar las calabazas los cuerpos que parecían sin vida, gradualmente fueron despertando al mismo ritmo que la calabaza se rompía en medio de risa siniestra y en susurros inaudibles.

Todo aquel que despertó no recordó nada de lo sucedido, y no mostró curiosidad, como si nada pasó así finalizó la pesadilla y el sueño profundo de esta ciudad en medio de susurros “iré por ti, iré por ti”.
 

saphy

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Dragon.SP

He de admitir que, lejos de honor y victorias, mis lejanos años de soldado apenas me han legado un cuerpo reumático y tullido de por vida y, como niño de mantillas, un pavor insuperable a la oscuridad (un terror que antes de luchar en los frondosos campos de Brisgard jamás tuve, ni siquiera de mozalbete).

Has de saber que me alisté en la ciudad de Dragon_3 como mercenario cuando asaltar las pequeñas y casi indefensas provincias aledañas hacía crecer fácilmente el patrimonio del señor feudal, Dragon.SP y nuestros ambiciosos bolsillos (toda vez que nos estaba permitido saquear, tras la victoria, alguno de los acaudalados edificios conquistados).

Pero la avaricia es cosa que no conoce freno y el feudatario Dragon.SP tuvo noticias de que más allá de las inexpugnables cordilleras del norte de Kaltenweiher había una ciudad primitiva y rudimentaria de la que se decía que sus habitantes, sigilosas criaturas de piel grisácea, casi invisibles, salvajes y muy sanguinarias, rendían culto a una especie de calabaza gigante, acomodada en una suerte de trono de oro puro con abundantes diamantes engarzados al rededor. De esa monstruosa hortaliza había alcahuetas en la ciudad que añadían estaba viva y podía hablar.

A nuestro escuadrón no había salvaje gris, fantasma o calabaza que lo amedrantase y pronto estábamos en marcha hacia el suculento botín que nos esperaba allende las montañas.

No te imaginas las penurias que tuvimos que sufrir mientras las cruzamos. La densa y perenne niebla confundía la noche y el día, y la humedad nos mantenía eternamente empapados. Dormíamos ateridos de frío con nuestras ropas embarradas y húmedas juntando espalda contra espalda para aprovechar el calor del compañero y asegurarnos de que ninguna de las alimañas que nos vigilaban pudieran sorprendernos por detrás mientras dormíamos.

Eso duró aproximadamente tres semanas y acepto que la mala y escasa alimentación, el agotamiento y la falta de sueño nos volviese a todos paranoicos y susceptibles de tener alucinaciones. La debilidad y la presión fueron tanta que varios de nuestros soldados sucumbieron a las enfermedades antes del combate y algunos otros al suicidio.

Cuando llegamos a la aldea acampamos frente al objetivo y distribuimos posiciones. Enviamos una dotación de infantería blindada que nunca regresó. Le siguió otra de caballería y esta vez sí volvió alguno de los equinos sacudiendo torsos desgarrados y cercenados por la mitad, piernas arrastradas de los estribos y brazos amputados que aún asían las riendas. Tal era el espanto de los animales que sin detenerse en las caballerizas continuaron su despavorida carrera por el camino de vuelta.

Finalmente decidimos descansar y realizar, al día siguiente, un tercer y definitivo embate con la totalidad de nuestras fuerzas restantes. Pero en mitad del sueño una horda de cuasi-homínidos que rezumaban en sus deformes cuerpos plateados la sangre fresca aún de nuestros compañeros irrumpió en nuestro campamento.

Allí presencié las peores imágenes de toda mi vida a trozos entre lo que la oscuridad ocultaba y lo que las débiles brasas de la hoguera alcanzaban a iluminar. Gritos desgarrados, salpicaduras de sangre y vísceras, extraños sonidos sordos que acababan con una cabeza de ojos desorbitados rodando por el suelo o cálida y pegajosa masa de vísceras estampada en mi cara repentinamente… No me siento orgulloso, pero corrí con todas mis fuerzas.

Tratando de huir de toda aquella abominación, invadido por la histeria, me dirigí cegado por el espanto a toda velocidad hacia mismo centro de su aldea y, de repente, tropecé con mi propia alabarda cayendo sobre una masa caliente y blanda de olor repugnante de la que tardé meses en lograr sacar de mis fosas nasales. Era la calabaza de las habladurías de las chismosas que, te lo juro, gritaba de dolor en el mismo momento que agonizaba atravesada por mi espada y aplastada por mi propio peso.

En cuestión de segundos quedamos con vida apenas una docena de hombres de los que la mitad estaban seriamente heridos. Volvimos a los fértiles dominios del Bayardo Dragon.SP portando su ansiado tesoro y, desde aquel momento, nunca más he vuelto a batallar ni adormir con las luces apagadas.
 

saphy

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GIANNI PAOLO IL SANTO

RELEVO DE NOCHE


Jueves 31 Octubre de 1945

La prision habia sido adornada para la ocasion. Cuando entré por primera vez a ese lugar, sentí el ambiente muy pesado.
No me sentia bien en ese lugar. Recordé en un instante todas las historias de terror y miedo, que para mi ya eran puros cuentos.
En mi carrera, en mis turnos de dia y noche, nunca hubo nada que me dejara sin aliento, pero esa noche, mi primera guardia en ese calabozo cambió mi vida.
Una calabaza vacia a modo de quinqué, alumbraba la vieja y hùmeda estancia en la que trabajaba.
El soldado preso, permanecia quieto, descansando en un viejo camastro arropado con una vieja sábana.
Estaba realizando un informe mientras encendia un cigarrillo, y observaba como descansaba la ciudad bajo la espesa lluvia.
Cansado... tras un suspiro, pensé en dar un paseo hasta los baños para estirar las piernas. En el reloj del campanario sonaban las 02:15 hrs, cuando un fuerte estruendo propinado por un trueno, apagó todas las luces de la prisión, excepto la calabaza adornada con una vela en su interior.
Escuché que alguien se acercaba por mi estancia, pensé que seria algún compañero de la sala contigua buscando conversación en la oscura soledad de la prisión. Pero nunca apareció nadie, y el miedo por un instante recorrió mi espalda de arriba a abajo en forma de escalofrío.
Me levante, y eche una ojeada al soldado que seguía descansando sin inmutarse, bajo esa húmeda sabana.
Sin darle más importancia decidí dar ese paseo, cuando de nuevo, el miedo se apoderó de mi cuerpo. Empecé a escuchar una voz a lo lejos, que se iba acercando por todos los lados.
- Mi Capitán...!
Incómodo, agarré por el rabillo la calabaza y observé que el soldado, estaba sentado sobre el viejo camastro (una risa diabólica a modo de murmullo salia de su boca)
Asustado entre temblores, salí corriendo al pasillo, cuando volví a escuchar esa voz.
- Mi Capitán...!!
La voz, cada vez más nítida, se dirigía al calabozo donde descansaba el soldado, esperando su fatal desenlace. Una muerte segura como castigo a su traición.
- Hace tiempo, llegó un soldado grave a esta prisión acompañado de su Capitán.
- Por Dios !! grite... Como se le ocurre aparecer así de la nada?
- Perdona compañero, creí que necesitarías un poco de compañía.
- Tengo el corazón al borde de un colapso! Le dije casi entre suspiros...
- Como te decía, hace tiempo llegó un soldado enfermo a esta prisión acompañado de su Capitán. Nadie supo lo que padecía, y tras varias pruebas, ningún médico le encontró nada.
Pasó unos días en este calabozo, y todas las noches sobre esta hora, le pedía a gritos a su Capitán que no le dejara morir.
Una noche de perros como esta, el Capitán cansado de verlo sufrir se acerco hasta su soldado, y le tapó la cara con una almohada provocándole la asfixia y acabando así con su sufrimiento.
En ese momento llego la luz de nuevo a toda la prisión.
- He de seguir mi ronda, perdona el haberte asustado.
Por la mañana, con la luz del día, pensativo, divisaba a través de mi ventana la ciudad húmeda entre brumas matinales.
El Capitán ofrecía pedazos de pan a los gorriones que se acercaban hasta sus rejas, sin mediar palabra alguna.
En ese momento llego mi relevo ofreciéndome un café.
- Como fue tu primera noche?... preguntó.
- Me habían contado historias de algún espíritu, fantasma, o casa embrujada. Contesté mientras le pegaba un sorbo al café.
- Pero lo que escuche anoche....y la historia que me contó el compañero, me dejo...
-¿Que compañero? Pregunto interrumpiéndome
- Aquí por las noches no hay nadie más que tu !
- Como que no? si estuvo conmigo un buen rato y....y....
Dicho esto, mi relevo se despidió de mi con unas risas, aconsejándome a descansar para no volverme a dormir más en mi turno.
Antes de abandonar la estancia, observe como mi relevo miraba al Capitán, y su cara desencajada, blanca, e incierta, lo decía todo.
Lo que vi y escuché esa noche en mi primera guardia en la prisión, me traumatizó y no volví jamás.

Meses después leía en el periódico: Se necesita Guardia de relevo para las noches en la prisión.

Conocéis vosotros alguno...?
 

saphy

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Jesusette

Me he mudado de ciudad. Todavía recuerdo mi llegada. Las calles eran comerciales, repletas de tiendas. Mi casa, situada en la calle principal, es de piedra tallada y tejas oscuras y a Soldado, mi fiel perro, le gustaba mucho el jardín donde descansa decapitado y sin ojos.

Todo se truncó muy rápidamente de una manera atroz justo al año de mudarme …

Se acercaba Halloween y en las tiendas ya habían motivos relacionados con ésta fecha tan señalada. Paseando a Soldado me llamó la atención una de ellas. Era siniestra, grotesca diría yo y estaba apartada del resto de tiendas. Pese a su aspecto no estaba exenta de un encanto especial ya que había en el escaparate una calabaza..puta calazaba..

Día 27:

No encuentro a Soldado, por más que le llamo no aparece, por más que le digo “cachorro, toma tus galletitaas” no viene. Al anochecer lo encuentro detrás de unos arbustos del jardín decapitado y sin ojos empapado en sangre y convulsionando como si fuera un corazón. Pobre Soldado descansa en tu jardín.

Día 28:

Es el primer día que estamos sólo en la casa la calabaza y yo…tampoco se está tan mal, por lo menos ella no me sobresalta con sus ladridos. Su sonrisa insinúa que no le des la espalda, que no es de fiar, pero desprende a su vez algo especial y cautivador a la vez.

Día 29:

Hay cortes de luz por toda la ciudad. Es de noche y está en calma. A las 03:00 de la madrugada da lugar mi primer encuentro con el verdadero miedo. A mi lado yace Soldado, sin ojos y empapado de sangre. Oigo una voz que me susurra..”pobre cachorro, él te quería”. La situación me produce náuseas y me meo en los calzones. Pego un salto de la cama torciéndome el tobillo y el ataque de pánico provoca que caiga escaleras abajo aterrizando justo al lado de la mesita donde está la calabaza. Levanto la vista ranqueante y ahí está mirándome con esa cara sonriente..”ÉL TE QUERÍA” replica.



Día 30:

Me despierto en el suelo. Me duele la cabeza. Puedo levantarme. La calabaza está en el suelo, la recojo y la dejo en la mesita. Las 12:00 pm, voy por asear, la barba ya asoma por mi cara y huelo a sudor. Me obligo a tomar café frío que me sienta como un tiro en el estómago. Oigo un golpe, me giro y ahí está la maldita calabaza otra vez en el suelo. Un ”no me des la espalda” se clava en mi cabeza como una aguja. ”CAYATE” le grito, echo a correr hacia ella con dolor en el tobillo y le propino una patada que sale disparada por la ventana rompiendo el cristal y cayendo a la calle.Ha caído en el jardín, justo sobre la tumba de Soldado. La maldita cosa yace en un charco de sangre. “VETE AL INFIERNO” le grito al tiempo que la machaco con mi pie sano. ”él te quería”

Noche de Halloween:

He pasado todo el día en la cama, no me encuentro bien. Ahí está plantada a los pies de mi cama como un fantasma con sonrisa siniestra “yo cuidaré de ti” es lo que resuena en mi cabeza. No puedo moverme. Hago un gran esfuerzo y consigo levantarme de la cama ”NO ME DES LA ESPALDA” del susto vuelvo a caer al suelo. Me empiezo a arrastrar, algo se arrastra a mis espaldas, es ella, viene a por mi “QUE QUIERES” grito. Me roza el pie y es lo que me da fuerzas para arrastrarme escaleras abajo dándome golpes en todas las partes de mi cuerpo. “La tumba a de ser la tumba de mi cachorro la que tiene la respuesta”. Esta vez el maldito fruto me desafía a los pies de la tumba “ES HORA DE RENDIR CUENTAS MALDITA” siento unos dedos que aprietan mi cuello con fuerza ”voy a morir” pienso, algo pasa y es que mi cachorro o su ente se enfrenta a ella mientras yo consigo cavar hasta encontrar los huesos de Soldado. Cojo la mordida calabaza la empotro contra los huesos y tapo el socavón “es hora de rendir cuentas” digo. Gracias amigo mío.
 

saphy

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malagueto
Lucas era un niño muy espabilado para su edad, solo tenía 10 años pero era muy atrevido y le gustaban mucho las aventuras. Un día quedo con sus amigos en un descampado que se encontraba fuera de su ciudad. Allí se alzaba una casa en ruinas que atesoraba una leyenda. Cuentan las gentes del lugar que en su interior se aparecían fantasmas. Cómo Lucas no le tenía miedo a nada, llegó con sus amigos dispuesto a entrar en aquella casa. Al llegar se encontraron la puerta semiabierta y desgastada por el tiempo, parecía la puerta de un castillo. Muy despacito, empezaron a entrar Lucas y sus amigos. Justo en el centro del salón había una gran calabaza presidiendo toda la estancia. De su techo colgaban infinidad de telarañas y el silencio se apoderó por un momento de todos ellos. No contentos con aquel espectáculo se fueron adentrando poco a poco al interior de la casa, pero cuando empezaron a subir las escaleras, de pronto apareció de la nada un soldado debidamente uniformado que al grito de ¡Donde vais!, los hizo correr a todos fuera de aquel lugar. Así fue como Lucas y sus amigos comprobaron que era cierta la leyenda que todo el mundo conocía. Hace muchos años allí vivió un soldado que tuvo que irse obligado a la guerra, dejando a su amada en aquella casa. Cuando marchó le pidió que lo esperara, prometiéndole a su vez volver sano y salvo. La amaba tanto que le dijo que si no era con ella no viviría con nadie. La guerra duró demasiado y su amada, cansada de esperar se marchó. Cuando él regresó se encontró un hogar vacío y desolado, así que decidió que no saldría de allí jamás. Murió a los pocos años de pena y soledad pero su alma se quedó deambulando por aquella casa.
 

saphy

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pepe12

DE LA NOCHE SURGIÓ EL AVERNO
Era una noche fría, el inspector se acurrucó en un sillón junto al fuego y encendió su pipa tallada en madera de roble con adornos dorados. Aquella noche la taberna estaba llena y como siempre, a la luz del cálido fuego se escuchaban historias fascinantes. Poco a poco se fueron congregando alrededor de las llamas y el más anciano comenzó con su relato:
“Hace mucho tiempo, tanto que hasta el Sol y la Luna lo han olvidado, el terror llegó a nuestra ciudad”.

Se hizo una leve pausa, tal vez el demacrado hombre se quedó sin aliento o puede ser que quisiera hacer la narración más terrorífica. Todos los presentes ya estaban asustados pero el inspector sólo estaba impaciente.

El relato continuaba: “Cuenta la leyenda que la fría noche y el mismísimo demonio concibieron este mal en el averno. Todo empezó cuando se fundó la ciudad. La zona era próspera y bonita pero algo les ensombrecía el corazón de los habitantes. La primera víctima fue un leñador del cual sólo encontraron una pierna destrozada.”

El inspector se echó a reir y cual dragón expulsó por su nariz y su boca una gran bocanada de humo.
“¡¿Una pierna?!” Exclamó el inspector entre risas y humo. “Esta historia de fantasmas no asustaría ni al más inocente de los niños”. La gente callaba.
“Yo fui soldado de Pepe XII”, respondió orgulloso el narrador. “Viví en mis carnes esta historia, déjame terminarla o márchate.”
El inspector asintió con la cabeza sonriente.

Así, continuó la historia: “unos pocos siguieron un rastro en el bosque, por si les llevaba hasta el leñador, creyendo que habría sido atacado por un oso o un lobo.
Cuatro hombres fuertes y armados se internaron en el bosque, solo uno volvió. Éste había enloquecido y no dejaba de caturrear, llorar y temblar. Tenía sangre por todo el cuerpo, pero ningún rasguño. Aquel hombre dijo: “De la noche surgió el averno y tras el silbido y el chasquido lo cubrió todo con su sangre”.

Se hizo otra pausa, esta vez el inspector no reía pero en su corazón no había ni un ápice de terror. El anciano prosiguió: “Los jueces del lugar lo declararon culpable de asesinato. Lo condenaron a la horca. Entre sollozos y gritos, el hombre fue llevado al cadalso y ninguno de los presentes logró olvidar jamás aquellos horripilantes sonidos. Muchos murieron y hay tantas historias sobre esto como estrellas en el firmamento, pero de todos los supervivientes del ataque había un testimonio común: De la oscuridad surgió la muerte en vida tras un silbido dulce y un chasquido. Luego gritos y por último un silencio roto únicamente por el ruido de una cadena de metal arrastrada por el suelo.”

El miedo enmudeció la sala, sólo el crepitar de las llamas resonaba en el lugar con más fuerza que nunca.
“Ahora os contaré lo que yo viví”, dijo el viejo guerrero. “ Un día nos alertaron de que había ocurrido un terrible crimen y fuimos a ver lo que ocurría. No es común que los soldados nos ocupásemos de esas tareas pero nadie se atrevía a ir. Llegamos al lugar y descubrimos? Por nuestros propios ojos el crimen cometido: un cuerpo destrozado con la cabeza machacada.”
“¿Cómo machacada?” preguntó el inspector.
Entonces, el anciano se incorporó, cogió una calabaza y la reventó contra el suelo con sus escasas fuerzas .

“¿Y qué tiene eso que ver con la historia?” Reclamó con la pipa humeante.
El anciano lo ignoró y prosiguió: “La mujer del leñador afirmaba que escuchó un silbido y un chasquido.”

A muchos esta historia les heló la sangre pero el inspector se levantó entre risas. “Muchas gracias por ese cuento de niños tan entretenido pero he de irme”, dijo dejando tras de sí muchas miradas de desprecio al dejar el lugar.
El inspector iba caminando tranquilamente y de repente se escuchó un silbido y un chasquido.
F I N
 

saphy

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pacogsa


LA PENA NEGRA

Aquel soldado lloró su pena negra. Estaba aterrorizado. Se acordaba de su madre. Anhelaba las caricias de su novia. Ambas, quedaron en el pueblo; solas y desprotegidas.

Él, nunca se alistó. Tuvo que ir… como iban todos, ¡por obligación! En su aldea, como en todos los lugares, había algún idealista con la panza llena y muchos pobres de solemnidad. Nuestro soldado pertenecía a esta última hornada. Por ello, cuando el ejército le reclutó, ¿qué podía perder? ¿La vida?

Ahora, tras recorrer no pocas sendas cerca de la muerte, y sobrevivir en más de una batalla, había alcanzado el arrabal de una gran ciudad. Urbe, otrora orgullosa de su bandera y pagada de si misma. Una capital cuasi fantasma; radiografía de antiguos edificios y mantel para los cráteres provocados por obuses a tutiplén. Ciudad, ahora llamada muerte, donde el hedor provocado por la misma, flotaba en el ambiente. ¡No! No era Hallowen. Ni había lugar para calabazas iluminadas ni, mucho menos, para niños pidiendo caramelos.

Lo que sí había visto nuestro soldado eran cientos de cadáveres; la mayoría irreconocibles, algunos sin cabeza. No pocos eran de su compañía. De aquellos mozos (obligados como él) que durante los primeros días, aunaban ignorancia y audacia, no pocos ya habían quedado por el camino; cunetas sin sentimientos; paredones sin nada que encalar.

Tras la última escaramuza, librada en una plaza cuya estatua había pasado a pertenecer al gremio de la escombrera, el soldado se recostó junto a una esquina y dejó caer su fusil. No le preocupaba que un superior le viese. Seguramente, estarían ocupados en otra difícil labor; hacer recuento de las innumerables bajas.

La aflicción del soldado tenía mucho que ver con ese miedo indisoluble que colma el vaso de todo desconsuelo.

Esa noche la pasarían en aquel lugar. Apenas pudo dormir. Últimamente, las pesadillas recorrían su mente con una libertad insultante. En realidad, ¿qué es el miedo? ¿Sustos de niños ávidos de golosinas? ¿Disfrazarse de monstruo para alejar los que recorren tu cerebro? ¡No y mil veces no! El verdadero miedo, el auténtico terror… empieza por uno mismo. Cuando iniciamos un descontrol social que, una vez, se hace viral, puede despertar ese fantasma o instinto asesino que todos los humanos llevamos en nuestro interior… más o menos controlado. Y nuestro soldado lloró: porque había matado a otros mozos que también fueron reclutados (muy a su pesar); porque había agredido a señoras que bien podían ser su madre; y porque había abusado de mujeres que le recordaban a la novia que dejó en el pueblo. Es verdad que no fue el único. Mas no era consuelo entre tanta miseria. Cuando se durmió esa noche, apoyado en aquella esquina desconchada, no sabía que no despertaría más. Como suele decirse: “donde las dan las toman”. Así, lo que quedaba de su compañía, fue sorprendida y aniquilada. A nuestro soldado no le dio tiempo ni a despertarse; le clavaron un cuchillo en el corazón. Sus ojos apenas se abrieron, de par en par, con el ansia de la muerte. Unos ojos vidriosos donde quedo reflejada la letra agónica del siguiente poema:

Redoble, redoble,

¡Ora pro nobis!

Muerte en las calles,

agonía que no descansa.

Nadie teme caer,

delante de los suyos,

en trincheras rellenas;

aguada por nubes negras.

Las guerras malditas,

banderas a media asta,

¡adiós, pena negra!


FIN
 

saphy

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Koke86

La ciudad duerme, mis pasos resuenan por el eco producido por las paredes del garaje del hospital, como cada mañana me dirijo a mi taquilla, desbloqueo mi móvil y abro el Forge of Empires, - Que pesadilla- pienso, hasta en mi juego favorito hacen referencia a Halloween con emoticonos de calabazas. Cierro el móvil con el pensamiento de que va a ser una guardia dura, la noche del 31 de Octubre siempre es movidita.

- Buenos días Doctora- me saluda María, la enfermera

- Buenos días- digo entre bostezos

- Tiene un paciente en el box 5 que le esta esperando.

Pronto empezamos, pienso. Entro en el box esperando encontrar un caso sencillo y lo que me encuentro es un niño pequeño, de unos 6 años, que tiene mala cara y se coge la mano con el pecho.

- Buenos días, dígame que le ocurre a su hijo- Me dirijo a la madre, casi de forma automática.

- No se que le pasa doctora, estoy muy preocupada, desde hace horas mi hijo no responde y no consigo separarle la mano del pecho.

Le pido a la madre que salga, siempre es más fácil hablar con el niño a solas para intentar que se exprese.

En cuanto la madre sale del box, oigo una voz amarga y profunda salir del pequeño cuerpo que tengo delante.

- Ella no lo sabe, pero pronto va a morir

Me giré asustada y a la vez con escepticismo hacia el pequeño que tenia en la camilla.

- No deberías decir esas cosas, anda dime que te duele.
Él se giro como si de un un soldado de marioneta se tratara.

- Ella va a morir, porque yo la tengo que matar.

Comienzo a estar verdaderamente asustada, el miedo se va apoderando de mi cuerpo, ¿Cómo un niño tan pequeño puede hablar así, con voz contundente y mirada paranoica?
De repente el niño se levanta y agarra un bisturí del cajón de curas, se abalanza contra la madre, que había entrado de nuevo a la habitación, y mira a su hijo como el que mira a un fantasma.

- Papa te manda saludos la dice al oído con el susurro de la muerte, mientras clava el bisturí una y otra vez.
Agarro mis manos sudorosas y oigo gritos que proceden de mi garganta pero me resultan extraños, solo le veo a él, un niño pequeño mirando con una sonrisa que nunca se borrará de mi recuerdo.

- ¿Has sentido miedo?- pregunta el pequeño

La madre al oír los gritos entra en la consulta yo no salgo de mi estupor, hasta hace un minuto la había visto muerta en el suelo rodeada de sangre. ¿Qué me está pasando? me pregunto
- Estos recuerdos te perseguirán siempre, sentirás el mismo miedo, pensarás que es real, no podrás escapar de mi, un soldado del diablo.
 

saphy

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Aegon Targaryen

A través de los años nadie se habían acercado a aquella ciudad destruida por la última guerra, sin embargo era el único lugar donde aquel viejo vagabundo podía refugiarse del frio.

Era un 31 de octubre y a su mente llegaban los recuerdos de los hurtos en la tienda de calabazas, “era un buen negocio”, pensaba el vagabundo, mientras caminaba por el campo y avizoraba a lo lejos a aquella ciudad fantasma.

Al entrar en la ciudad vio las casas destruidas, calles anegadas de escombros, olor a muerte por todos lados, restos de ropa y algunos huesos que los cuervos dejaron a su paso. El miedo empezó a invadir sus pensamientos.

El frio y el cansancio pudieron más que sus temores y el vagabundo apuró su paso. Miraba y miraba entre las ruinas hasta que pudo encontrar una casa que parecía segura.

Al ingresar pudo ver una salita con unos muebles viejos y un sofá, “ese será perfecto”, pensó. Buscó unas cobijas y cogió algo de madera de los restos de una mesa. Con unos cerillos que tenía en el bolsillo de su raído abrigo prendió una fogata con los maderos y se acomodó en el sofá.

El vagabundo contemplaba el fuego y en su mente seguía el recuerdo de las calabazas robadas, lo bien que comía ese día, día como hoy en el que se encontraba en una ciudad oscura y prohibida, de hambre y de frio.

Casi pasaba las 10 de la noche cuando el vagabundo estaba completamente dormido, el estallido de un ruido lo despertó repentinamente.

El fuego de la fogata estaba casi extinto. Nervioso y con el miedo permanente, el vagabundo miró hacia todos lados. Entonces, todo el lugar se tornó en silencio, unos instantes, y luego un grito desgarrador. ”Demonios que fue eso”, pensó y saltó del sofá aturdido por el escándalo macabro, sus latidos se aceleraron y la sangre hervía al punto de congelarse.

Trató de incorporarse por completo y caminó hacia un rincón de la habitación donde estaba, cogió con firmeza un pedazo de madera, su corazón no dejaba de latir rápidamente. Miraba y miraba buscando a alguien, “tal vez son otros vagabundos o delincuentes” pensó.

Y de repente la suerte le jugó en contra y el fuego sucumbió, el viejo vagabundo sentía como algunos fluidos de su cuerpo se alborotaban y empezaba a rezar, oyó la única puerta del lugar abrirse con violencia, el éxtasis del terror lo había invado por completo.

Entonces todo se calmó, hasta el viento que a lo lejos se oía su silbido calló, lagrimas salían de los ojos de aquel hombre que había caído de rodillas preso del terror, pero no había llegado al desenlace de esta escena. Volvió el ruido del viento, la puerta se cerró y el fuego se avivó, y entonces se pudo descubrir una sombra sentada delante del fuego.- ¿A qué has venido a esta ciudad maldita?- habló el espectro con una voz profunda, - Este lugar no es para los vivos- remarcó.

El vagabundo no podía hablar, desorientado por el impacto de aquella macabra escena pudo a duras penas descifrar a aquel fantasma, vestía ropas de milicia, era un soldado, un soldado muerto.

El espectro avanzo más cerca del hombre tembloroso, -¿Sabes por qué nadie viene a esta ciudad?- le preguntó el espectro. El vagabundo mudo de terror no respondía, el fantasma entonces respondió -solo los muertos viven aquí, y al instante estiro su huesudo brazo hacia el pecho del vagabundo a la altura de su corazón que parecía estallar. -Estas a punto de ser bienvenido- agregó el fantasma y rompió en una carcajada.

El corazón del viejo se paralizó, sus ojos miraban aterrados al fantasma y su respiración también paró. Casi desfalleciendo el viejo volvió a mirar al fantasma y le susurró –la calabaza, que gran vida- y murió.

Dicen que la noche de Halloween en los pueblos cercanos, se reportan robos de calabazas que las familias dejan adornando sus casas. No se ha encontrado aún al ladrón.
 

saphy

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Bertolomiu

El miedo a un fantasma deambulando por la ciudad, no le impidió dar calabazas al soldado que amablemente (¿o quizá buscando algo más?) se ofreció para acompañarla.

Shania se internó en el parque para atravesarlo en lugar de bordearlo. Tenía prisa por llegar a casa. Quería sorprender a su compañera de piso haciendo una fiesta sorpresa de Halloween. Le haría mucha ilusión, ya que también era su cumpleaños.

El silencio en el parque era extrañamente abrumador, y se fue dando cuenta de ello según avanzaba buscando la luz de las farolas.

Había oído historias contadas por compañeros de trabajo, lo habían comentado incluso en la radio local, era casi oficial que había un fantasma suelto... jajaja qué tontería. Repetía esas dos palabras como un mantra que le ayudaba a no salir corriendo por el miedo mientras contaba los metros que le faltaban para salir del débilmente iluminado parque en el que tantas veces había pasado horas charlando y riendo con sus amigos.

Se paró en seco. Quería calmar los nervios y el temor que iban apoderándose de ella poco a poco. No escuchó nada, absolutamente nada, ni siquiera un pájaro, o el sonido del viento meciendo los árboles. Lejos de calmarse, su miedo pasó a ser terror cuando en medio del silencio, escuchó su nombre susurrado desde muy cerca...

No pensó, sus piernas lo hicieron por ella, y arrancó una atropellada carrera que la llevaría a caerse al suelo a los pocos metros. Magullada en el suelo, no supo reaccionar cuando volvió a escuchar su nombre, a la vez que algo o alguien aferraba su muñeca.

- Shania ¿estás bien?

Era el soldado que antes se propuso ligar con ella. Su pánico se tronó sorpresa, y esta mudó a una actitud recelosa, que poco a poco fue desapareciendo al escuchar al uniformado cómo le explicaba que a pesar de todo decidió seguirla al verla internarse en el parque. Su hermana había desaparecido hacía dos noches en el mismo lugar, y él hacía guardia para ver si sorprendía a algún indeseable que estuviese al acecho, o alguien que le diese alguna pista de su hermana.

Cuando ya salían del parque y divisaba su edificio, Shania estaba agradeciendo al desconocido su ayuda, cuando un estuendo estalló a su alrededor. Decenas de amigos gritaban y hacían sonar silbatos...

Su compañera de piso había organizado todo, y el soldado era un actor contratado para la fiesta. Casi la mata...
 

saphy

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sofi100

La calabaza Catalina
Érase una vez,en una ciudad, una calabaza que vivía en el campo, entre otras muchas calabazas cultivadas por un soldado. Se llamaba Catalina, y era la más pequeña de todas las calabazas del huerto. Por esa razón, ser pequeña, un día, el señor soldado la recogió y la tiró a la basura diciendo: “Menuda calabaza más chica, no me sirve para nada
Catalina no podía creer que la estuvieran separando del resto de calabazas, y menos con ese gesto tan cruel... así que se puso tan triste y furiosa que su aspecto cambió. En su tierna carita aparecieron cicatrices y su sonrisa se transformó en una mueca terrorífica, daba mucho miedo. A partir de ese día,el fantasma de Catalina decidió aparecerse todas las noches de Halloween para asustar a los hijos del soldado por la calle. Les quitaba los caramelos y las golosinas que les daban jugando con el viejo juego del truco o trato. Asustaba a todos sus amigos hasta que los pobres niños se quedaban solos. Catalina se volvió bastante maligna y su aspecto cada vez era mas macabro y tenebroso.
Cuando el soldado se enteró de esto, entendió con tristeza que no debía haber tratado así a Catalina. Aunque fuera más pequeña, merecía el mismo trato que las demás calabazas, pero ya era tarde. Hoy Catalina todavía anda suelta… si la veis, avisad a vuestros papás para atraparla, tal vez, si vuelve con sus hermanas calabazas vuelva a ser dulce y buena. Ah, ¡y procurad no cometer nunca el mismo error que el soldado juzgando a alguien por su apariencia!
 

saphy

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lopitus

El Fantasma saqueador

Corría el año 2095 y los viajes a Marte estaban a la orden del día. Mi mujer y yo queríamos pasar la fiesta de Halloween en ese planeta. Así que lo preparamos todo para el viaje y el día 31 de octubre nuestra nave aterrizó en la Ciudad de los Fantasmas, una de las principales urbes del planeta marciano, situada en los llamados Valles Marineris, los cuales conforman un gigantesco sistema de cañones que recorre el ecuador del planeta, justo al este de la región de Tharsis. Debo decir que mi mujer toda su vida ha sido una ferviente creyente en la existencia de los fantasmas y quería comprobar las leyendas que existían de la aparición de fantasmas en esta ciudad, por la que, evidentemente, se llamaba de esa forma.

Esa noche, después de una suculenta cena a base de filete de sapo gigante del planeta Brisgard y de postre flan de calabazas, que preparamos en la casa que habíamos alquilado, recibimos la visita de al menos una docena de marcianitos que, por supuesto venían en busca de golosinas. Por lo menos así lo supusimos. Mi mujer centró su atención en uno de los marcianitos que, precisamente, estaba disfrazado de fantasmita y que se encontraba separado de los demás. Su disfraz era blanco y no se divisaba por ningún lado el color verde característico de los habitantes de Marte. Parecía que flotaba. Yo lo miraba y oscilaba entre el pavor y la curiosidad. Mi mujer, en lugar de causarle miedo, se acercó al niño para ofrecerle unas golosinas. La sábana, digo el niño, abrazó a mi mujer, la cual cayó redonda en el piso, tan chupada que parecía que no tenía alma.

Al ver aquello, entré en pánico y me desmayé. Al recobrar el conocimiento pude comprobar con horror que mi mujer no estaba por ningún lado y que toda la casa estaba revuelta y que había sido saqueada. Faltaba, entre otras cosas, el café que habíamos traído de la Tierra, las bragas de seda de mi mujer, mi anillo de oro, un tarro de miel, todas las joyas de mi mujer y mi traje de gala de soldado profesional del que nunca me separaba.

Hoy, vísperas de la fiesta de Halloween del año 2120, veinticinco años después de aquellos acontecimientos, me viene a la mente, como en todos los años, lo último que vi aquella desdichada noche: el fantasmita flotando y, a su lado, tomados alegremente de la mano, el fantasma de mi mujer
 

saphy

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otichob

Era una noche de tormenta en vísperas de Halloween, y un ex Soldado que había quedado desfigurado por una explosión pasaba el rato jugando un juego en línea. En la Ciudad lo apodaban el Calabaza por qué su rostro parecía una fea calabaza de Halloween, los niños le tenían mucho Miedo y las pocas veces que salía de su casa todos lo evitaban y en torno a él se contaban un sin fin de historias, razón por la cual se había vuelto ermitaño, su único nexo con el mundo era su ordenador, la noche en cuestión no era distinta había estado como de costumbre por horas conectado jugando sus juegos, solo la luz del ordenador iluminaba la habitación cuando de repente llegada la media noche, la tormenta empeoró se escucho un fuerte estruendo que hizo temblar todo y un resplandor enceguecedor iluminó la oscura habitación, un rayo entro por el cableado eléctrico directo al ordenador y fulminó al solitario soldado. Un joven que pasaba justo por ahí vio caer el rayo y luego observó un resplandor salir del interior de la casa como si halgo se quemarse, cuando entro para ver si alguien necesitaba ayuda vio el cuerpo del soldado sentado en su silla frente al ordenador lo que se quemaba eran sus ojos igual a una calabaza de Halloween y ahí noto que el ordenador seguía funcionando y en la pantalla observó una siniestra imagen, el contó que era el Fantasma del soldado atrapado dentro del ordenador, por supuesto nadie lo tomo enserio pero esa noche misteriosamente todos los que estaban en línea murieron de forma inesperada. Según la leyenda quien esté conectado jugando la noche de Halloween tendrá una muerte segura en manos del soldado calabaza.
 

saphy

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AnnieA

En aquella tarde lluviosa y fría Sara y Tom se apresuraban a casa. Iban charlando despreocupadamente de los disfraces, la calabaza para tallar que les esperaba, los amigos con los que recorrerían el vecindario para el truco y trato.
De repente, al acercarse a la vieja casa abandonada de los Morgan, un viento helador les lanzó a la cara las hojas secas del camino. En ese momento, el habitual ruido de la ciudad desapareció y un profundo silencio, denso y húmedo los envolvió. Los niños se pararon, mirando en derredor extrañados. Las farolas alumbraban tenuemente la acera, a los lados, parches de sombras cada vez más oscuras se extendían, rotos tan solo por algún punto de luz que salía de las casas distantes.

-Sara, tengo miedo. -dijo Tom en voz baja.

-Venga Tommy, no seas gallina. Ya sabes lo que dice mamá. Halloween solo es una fiesta para divertirse, los fantasmas y los monstruos no existen. - Sin embargo, Sara se pegó a su hermano apretándole la mano y con una sensación rara en el estómago.

Frente a ellos, la ruinosa casa por la que siempre pasaban preguntándose cuál sería su historia parecía más abandonada y triste que nunca. La mayor parte del tejado había desaparecido, no quedaba ni un cristal entero, las malas hierbas se habían apoderado de los escalones del porche y la puerta de entrada, tirada en el suelo desde hacía años, dejaba ver un agujero negro, amenazante, como si fuera a tragarse a quien se atreviera asomarse al interior. Pero... negro, no. El interior no estaba negro. Un resplandor blanquecino, brumoso y palpitante se veía a través de los agujeros que una vez fueron ventanas y puerta.

Sara también empezó a sentir miedo; el nudo que le atenazaba la garganta le impedía gritar un ¡vámonos! Sus pies permanecían clavados al suelo y los ojos fijos en ese resplandor.

Poco a poco, recortada contra aquella extraña bruma luminosa, vieron surgir una figura oscura que empezó a bajar los escalones, despacio, muy despacio. Los niños se apretaron el uno junto al otro aún más, paralizados por el miedo. Cuando la figura alcanzó el circulo de luz de la farola, esta se convirtió en un joven vestido de soldado. Bajo la gorra militar asomaba una cara delgada y pálida con ojos claros, que les miraba fijamente.
Una nueva figura apareció entonces en el hueco de la puerta, y comenzó a bajar también lentamente los escalones, aproximándose al joven. Un hombre de pelo y barba blanca se perfiló bajo la luz. Un reguero de sangre corría desde un lado de su cabeza manchando la camisa blanca. Algo en su mano despedía un brillo metálico. Al llegar a la altura del joven soldado se detuvo con la mirada fija en los niños. En ese instante el militar, esbozando una leve sonrisa, levantó su única mano en un gesto de saludo.

Ese pequeño gesto fue el disparador. Tommy tiró de la mano de su hermana y ambos salieron corriendo como alma que lleva el diablo sin mirar atrás.

Una sorprendida madre los vio entrar sudorosos, con cara desencajada y ojos espantados.

-¡Mamá, mamá! - gritaban los aterrados niños entre jadeos-. ¡Alguien vive en casa de los Morgan!

-Pero qué tonterías decís, quién va a vivir en esa casa en ruinas. Nadie ha vuelto a habitarla desde que la señora Morgan se mudó con su hermana, tras morir su marido y su hijo de visita durante un permiso del ejército. Fue un triste accidente, o eso dijeron. - murmuró la madre con los ojos perdidos, como evocando un lejano suceso.

FIN o...no
 

saphy

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Hatsune01Miku
¿Que puede dar mas miedo que un fantasma?. ¿un monstruo?, ¿ o quizás un demonio?. no amigo mio.
cosas peores existen en este mundo. específicamente en una antigua ciudad cuyos ciudadanos vivieron con la angustia y el terror por muchos muchos años.

Ocurrió en una fría noche de halloween. el viento hacia sonar las ventanas y puertas de madera de las casas. se podia oir el silbido de este al pasar entre los arboles. los niños y algunos adultos yacían en las calles con sus disfraces hechos con cosas que puedes encontrar en una casa, como una sabana. pidiendo dulces y mirando fascinados las distintas calabazas que decoraban las entradas de cada una de las casas. parecía una noche mas de halloween como la de años anteriores solo que nadie en aquella ciudad se esperaba o imaginaba la horrible y tenebrosa calamidad que estaba por ocurrir.

a la media noche la tierra tembló y destellos verdes iluminaron de vez en cuando el sombrío cielo nocturno.
de los campos de maíz ,gritos que parecían provenir debajo de la tierra podían escucharse y del cementerio llantos profundos y tristes recorrieron las calles
las personas asustadas por el temblor pero aun mas por aquellos gritos y llantos que parecían de inframundo corrieron a sus casas otras corrieron lejos por miedo a que la madera de estas pudiera venirse abajo. todo eso mientras ignoraban que a las afueras de la ciudad una larga, delgada y enorme torre se alzaba de entre la tierra. las luces verdes iluminaron mas y mas el cielo provocando que las nubes que cubrían gran parte de este parecieran nubes de peste y destrucción de vida y finalmente cuando esta surgió por completo la tierra dejo de temblar sin antes escucharse un único grito desgarrador de se podía escuchar desde cualquier punto de la ciudad. un grito tan horrible que cualquiera pensaría que una enorme bruja demoníaca lo produce.

los minutos pasaron y todos los ciudadanos preocupados y con miedo revisaron los alrededores para ver si nadie había resultado herido pero aquellos gemidos de cansancio y miedo se vieron pronto interrumpidos con el frió y duro sonido de placas metálicas. el mismo sonidos que producen las armaduras de los soldados cuando estos caminan.

una espesa niebla comenzó a cubrir las calles de la ciudad haciendo casi nula la visión. apenas se podía ver el fuego de las antorchas y de las calabazas. el miedo y las dudas sobre que estaba ocurriendo llenaron la mente de las personas, niños, hombres mujeres y ancianos, hasta que a lo lejos de la calle mas cercana al limite de la ciudad se pudo observar una sombra , de un hombre, grande. de el provenía aquel frió sonido de metal.
la silueta se acerco mas y mas a las primeras casas y de tras de estas mas sombras similares aparecieron pero...algo raro ocurría. aquellas sombras parecían nunca hacerse claras. Un hombre con valentía se acerco a una . los niños observaban tras las piernas de sus padres el suceso. con un paso tembloroso y agitada respiración el hombre se acerco mas y mas y cuando se encontraba solo a un par de metros de aquella primera silueta el hombre empezó a gritar de un modo agónico y desesperanzado. como si hubiera visto la peor pesadilla que alguien pudiese tener hasta que finalmente cayo al piso, muerto!.

las sombras empezaron a correr y a llenar rápidamente las calles de la ciudad dejando a su paso los cuerpos de vida de todos y ya para el amanecer menos de 5 personas quedaron en pie.
con el paso del tiempo las ciudad ya abandonada empezó a desmoronarse y la naturaleza se encargo finalmente de dejar en el olvido las ruinas de esta antigua ciudad.
gracias a aquellas personas esta historia existe y algunos dicen que si vas en la noche de halloween en busca de aquella misteriosa torre en el bosque que ahora yace en lugar de esa ciudad podrás ver como la niebla empieza a cubrir tus pies y cuando esto ocurre es cuando debes correr por que si no, compartirás el mismo destino que tuvieron los pobres ciudadanos de aquella ciudad hundida en desgracia.
 
Estado
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