Érase una vez un señor muy mayor. Un día mirándose en el espejo, lo que vio, fue:
Que le había crecido una enorme verruga en la punta de la nariz, y del susto se desmayó.
Cuando se despertó, tomó el teléfono y le contó a su amigo lo que pasaba, pero él estaba tan borracho del fiestón de esa noche que se desmayó también al escuchar la noticia, y cuando despertó también fue a contárselo a su mujer, quien le recetó que pusiera la verruga dentro de un recipiente lleno de larvas hasta que éstas le comieran la cara, como tardó demasiado tiempo en conseguir ponerse el recipiente en la cara, para cuando lo hizo, las larvas ya eran moscas y con el ruido que generaban se quedó sordo del oido izquierdo.
Esto le causó gran problema porque él era músico.
Desesperado, buscó al mejor médico mundial del oído para que le pudiera ayudar y así olvidar su ahora ya insignificante verruga.
Pero como no escuchaba bien se equivocó y acudió a la mayor autoridad mundial del oído derecho, no del izquierdo. Este médico estaba tan especializado en el oído izquierdo que tenía poca idea del derecho e hizo en la operación todo al revés, con tan funesto resultado que el músico quedó completamente sordo.
Y luego trató de tocar un piano pero sonó tan mal que quiso vencer ese obstáculo porque conocía toda la vida y obra de Beethoven.
Pues se quiso apuntar a la escuela municipal de música pero el director le dijo que no podía ser posible a causa de que su orquesta estaba al completo. Sin embargo, el director le quiso alivar dándole la dirección de un grupo de apoyo de músicos novicios, caracterizado en estrategias socio-educativas para personas con diversidad funcional. Al principio le costó dirigir pues no podía escuchar sirviéndose únicamente de su memoria. Sin embargo con el paso del tiempo... aprendió a dirigir dicha Orquesta.
Pero ponía tanto ímpetu en sus movimientos con su batuta que en uno de ellos se golpeó la cara con tan buena fortuna que se arrancó la dichosa verruga de cuajo.
El público entro en júbilo, se levantó, lo vitoreó y entonces......súbitamente el estruendo desapareció. Se hizo el silencio, las caras de asombro dieron paso a temerosos ojos dirigidos a los pies de los músicos, donde lo que había sido una fastidiosa verruga....
se había convertido en un precioso diamante que brillaba en todo su esplendor.
El señor mayor consiguió una pequeña fortuna al vender el diamante y se mudo a las islas canarias con su mujer, una joven